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¿Qué son las palancas y cómo se clasifican?
Existen tres tipos de palanca, las de primera clase, en donde el apoyo esta entre la resistencia y la fuerza, las palancas de segunda clase, en donde la resistencia está entre el apoyo y la fuerza; las palancas de tercera clase, en donde la fuerza está entre la resistencia y el apoyo.
¿Qué tipo de máquina simple es el brazo?
Por ejemplo, los brazos son palancas. Una palanca es una máquina simple que usa una barra que se mueve alrededor de un fulcro, o soporte, para hacer trabajo. El fulcro de tu brazo es el codo, el lugar donde se juntan los huesos del brazo.
¿Cómo están determinadas la forma y el funcionamiento de las palancas en el cuerpo humano?
Muchos de los músculos y huesos del cuerpo actúan como palancas. En estos casos P está representada por la fuerza que ejercen los músculos encargados de producir los movimientos, R es la carga a vencer (a levantar, a mover) y F el punto de apoyo es la articulación alrededor del cual giran los huesos.
¿Qué es la palanca de tercera clase?
En la palanca de tercera clase, la potencia se encuentra entre la resistencia y el fulcro. Se caracteriza en que la fuerza aplicada es mayor que la resultante; y se utiliza cuando lo que se requiere es ampliar la velocidad transmitida a un objeto o la distancia recorrida por él.
¿Cuáles son las clases de palancas?
Las palancas se dividen en tres géneros, también llamados órdenes o clases, dependiendo de la posición relativa de los puntos de aplicación de la potencia y de la resistencia con respecto al fulcro (punto de apoyo).
¿Cuál es el fulcro de una palanca de primera clase?
En la palanca de primera clase, el fulcro se encuentra situado entre la potencia y la resistencia. Se caracteriza en que la potencia puede ser menor que la resistencia, aunque a costa de disminuir la velocidad transmitida y la distancia recorrida por la resistencia.
¿Dónde se encuentran las palancas?
Pero las palancas no están sólo en los artefactos construidos por el hombre, podemos encontrarlas por doquier en la naturaleza. Y como no, no podían faltar en una de las máquinas más perfectas que existen: el cuerpo humano.