Tabla de contenido
¿Cuáles son los objetivos del discurso de odio?
Uno de los objetivos principales del discurso de odio es difamar a personas que forman parte de grupos vulnerables –por ejemplo a través de la difusión de estereotipos y rumores y de señalarles como chivos expiatorios de los problemas de la sociedad–, lo que afecta a la percepción que la población general tiene de ellas.
¿Cuáles son los principales espacios de propagación de discurso de odio?
Hoy en día, Internet es uno de los principales espacios de propagación de discurso de odio. Algunas características del medio online, como la facilidad que tienen las personas de permanecer en el anonimato o su naturaleza transnacional, facilitan la generación y extensión de este discurso, y dificultan su sanción.
¿Cómo afecta el discurso de odio a las instituciones públicas?
A nivel social, la difamación de grupos vulnerables y la justificación de la discriminación que suele implicar el discurso de odio puede generar actitudes discriminatorias tanto por parte de personas individuales como en los representantes de las instituciones públicas.
¿Cuáles son los criterios para afirmar que un discurso de odio ha sido emitido?
Kaufman propone una fórmula que establece que para afirmar que un discurso de odio ha sido emitido, «se debe contar con los criterios A+B+C o A+B+D, siempre en un contexto dado «. Dichos criterios son:
¿Qué es el discurso oral?
El discurso es la expresión formal de un acto comunicativo, que se presenta bajo manifestaciones diversas (discurso oral, escrito, por ejemplo).
¿Cómo está aumentando el discurso de odio en los últimos tiempos?
El discurso de odio está aumentando de forma muy importante en los últimos tiempos, especialmente a través de la utilización de los medios de comunicación electrónicos y las redes sociales donde se multiplica de forma exponencial. El anonimato de los mensajes y la consecuente sensación de impunidad contribuyen a ese crecimiento.
¿Cuál es la jurisprudencia española sobre el discurso del odio?
Sin embargo, la jurisprudencia española se ha inclinado hacia la protección de la libertad de expresión y ha sido poco proclive a la persecución penal del discurso del odio, creando un marco en el que el uso de este tipo de discurso apenas encuentra obstáculos, puesto que raramente sus autores afrontan alguna consecuencia legal.