Que dijo Dios de la ciudad de Ninive?

¿Qué dijo Dios de la ciudad de Nínive?

«¡Ay de ti, ciudad sanguinaria…» Estos versículos expresan la peor de las maldiciones contra Nínive, «la ciudad sanguinaria» (vers. 1). Era una ramera, malvada en extremo, y sus castigos eran merecidos porque era «maestra de hechizos que seduce a las naciones con sus fornicaciones» (vers.

¿Cuál era la condicion de Nínive en tiempos de Jonás?

Nínive fue una ciudad corrupta de sangre. Cuando Nínive se arrepintió Dios también se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo y la ciudad pecadora se libró de la destrucción.

¿Cuál era el pecado de la ciudad de Nínive?

La ciudad de Nínive, capital del imperio asirio sería destruida, por los pecados que practicaban los habitantes ninivitas y no habían querido arrepentirse: Eran sanguinarios y crueles; la mentira reemplazó a la verdad; practicaban la deshonestidad y el robo; en el tiempo de su prosperidad temporal Nínive era un centro …

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¿Qué le pasó a Nínive?

Y Nínive «se había abandonado a la práctica de los más graves desórdenes y sus pecados habían provocado la cólera de Dios. Para que se convirtiese, mandó Dios al Profeta Jonás a predicar la penitencia y amenazar su destrucción, si no se enmendase».

¿Cómo se arrepiente el monarca al escuchar el mensaje de Jonás?

8 Al escuchar el mensaje de Jonás, el monarca también siente temor de Dios y se arrepiente. Se levanta de su trono, se quita sus espléndidas prendas de vestir, se viste con la misma ropa de tela áspera que se han puesto sus súbditos y se sienta “en las cenizas” en señal de duelo.

¿Qué pasó con el navío de Jonás?

Desobedeciendo la orden del Altísimo, Jonás tomó un navío que lo llevaría a Tarsis, España, en un sentido opuesto al de Nínive. Pero Dios envió un viento fuerte, provocando olas violentas que parecían reventar la embarcación.

¿Qué dice la Biblia sobre la condena profética de Jonás?

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Sus palabras se extienden como la pólvora, y en poco tiempo la condena profética de Jonás está en boca de todo el mundo (lea Jonás 3:5). Ricos y pobres, hombres y mujeres, jóvenes y mayores…, todos se arrepienten de sus pecados. Incluso dejan de comer en señal de remordimiento.